jueves, 2 de junio de 2011

El Carcelero: Viento profundo

El Carcelero

La técnica del seductor exige, en el paso de un objeto amado
a otro, cierta habilidad y cierta indiferencia que no poseo;
de todas maneras, ellos me abandonaron más de lo que yo
les abandoné; jamás he podido comprender que pueda uno
saciarse de un ser. 
Memorias de Adriano
Marguerite Yourcenar

Si me quisieras por siempre
infiel te sería.
No da dos veces un mismo
perfume la vida.
Juan Ramón Jiménez


Viento profundo
Veo tus ojos color de mar, color de otoño luminoso. Veo tus labios de miel, de seda roja. Veo tus brazos rodeándome. Quisiera que esto no acabara jamás, no ver otra cosa.
No me dejes marchar.
Mis pies se alejan rápidos, llevados por un viento que no domino. No me dejes escapar, pues mis ojos están presos del horizonte. Corro deprisa pero deseo que me alcances. 
¿No comprendes lal palabra que estoy intentando pronunciar? Destruirme por ti, inventarme para ti. Dejar que la vida nos arrastre, liberados del miedo a las profundidades. Esas oscuras aguas del abismo, tan tranquilas pero tan fuertes, son las que me llaman cuando estoy a tu lado.
Sujétame junto a tu pecho, no me dejes huir otra vez. Libérame de esta falta de ataduras. Sé mi dueño, sé mi esclavo, átame.
Quiero sentir el rumor de otra sangre en mis entrañas abiertas: estoy herida de vida, preñada de muerte. Ahógame en ese mundo del que me alejo sin poder resistirlo: ese mundo monótono y bello. Prométeme que tú siempre estarás junto a mí, buscando tu reflejo en mis ojos, ofreciéndome el mío en los tuyos.
Enamórame y díme que no es cierto lo que digo, que miento, que me engaño cuando grito que las almas no existen, no se pueden tocar, que estamos solos y somos egoístas.
No son otras manos las que busco. No son otros labios, multitud de caras diferentes, lo que necesito. Sólo cadaenas en mis tobillos, en mi corazón, para que mis pies no puedan emprender un nuevo camino, siguiendo senderos extranjeros, lejanos; para que mi alma no pueda escapar. 
Abrázame, sujétame. Porque tú eres mi hogar, mi destino, mi pozo. Porque tú eres mi refugio y no quiero volver a la fría noche. No quiero volver afuera, a la nieve, el hielo, la tempestad.
Pero hay algo en el viento que golpea los cristales: me llama, me arrastra. 
Mañana ya no estaré aquí.
Abrázame, porque el viento canta fuerte en mis oídos.   

El Monstruo: Arder, caer

El Monstruo
Benvolio
¿Por qué el amor será tan dulce
en apariencia
y, si se le prueba, tan amargo y cruel?
Romeo y Julieta
William Shakeaspeare

Si no os hubiera mirado,
no penara.
Pero tampoco os mirara.
Veros harto mal ha sido,
mas no veros peor fuera,
no quedara tan perdido,
pero mucho más perdiera.
Juan Boscán


Toda lágrima enseña a los
mortales una verdad.
Ugo Fascola


No hay placer que no tenga
por límite el dolor; que con ser
el día la cosa más hermosa
y agradable tiene por fin la noche.
Lope de Vega

Arder, caer
Como lluvia furiosa.
Como lluvia furiosa,
así vino él.
Como arder,
como morir, 
así llegó él. 
Inesperado, desarmado;
desarmando, sorprendiendo.
Como el cuervo de negras plumas,
aciago.
Como un cuervo, 
así alcanzó mi vida.
Como un rayo,
como un trueno, 
así me alcanzó.
Sin dulzura.
En sus manos, 
barro blando.
Entre sus brazos,
mi cuerpo moldeado al suyo.
En sus dedos, 
guedeja de lana;
me ató, me anudó.
Sin compasión.
Mi hermano,
mi amado,
así le llamé.
Esposo mío.
Sin tregua.
Con manos crueles
me cogió
y apretó,
apretó.
Amado mío, 
compañero mío.
Sin piedad.
Como luz que ciega,
así se acercó él.
Como granizo en primavera
lo vi llegar a mis campos.
Como fuego que acaba,
como fuego, a mi hogar.
Como caer,
como ahogarte, 
así se me acercó.
No hubo paz.
La puerta abierta
de par en par.