El Carcelero
La técnica del seductor exige, en el paso de un objeto amado
a otro, cierta habilidad y cierta indiferencia que no poseo;
de todas maneras, ellos me abandonaron más de lo que yo
les abandoné; jamás he podido comprender que pueda uno
saciarse de un ser.
Memorias de Adriano
Marguerite Yourcenar
Si me quisieras por siempre
infiel te sería.
No da dos veces un mismo
perfume la vida.
Juan Ramón Jiménez
Viento profundo
Veo tus ojos color de mar, color de otoño luminoso. Veo tus labios de miel, de seda roja. Veo tus brazos rodeándome. Quisiera que esto no acabara jamás, no ver otra cosa.
No me dejes marchar.
Mis pies se alejan rápidos, llevados por un viento que no domino. No me dejes escapar, pues mis ojos están presos del horizonte. Corro deprisa pero deseo que me alcances.
¿No comprendes lal palabra que estoy intentando pronunciar? Destruirme por ti, inventarme para ti. Dejar que la vida nos arrastre, liberados del miedo a las profundidades. Esas oscuras aguas del abismo, tan tranquilas pero tan fuertes, son las que me llaman cuando estoy a tu lado.
Sujétame junto a tu pecho, no me dejes huir otra vez. Libérame de esta falta de ataduras. Sé mi dueño, sé mi esclavo, átame.
Quiero sentir el rumor de otra sangre en mis entrañas abiertas: estoy herida de vida, preñada de muerte. Ahógame en ese mundo del que me alejo sin poder resistirlo: ese mundo monótono y bello. Prométeme que tú siempre estarás junto a mí, buscando tu reflejo en mis ojos, ofreciéndome el mío en los tuyos.
Enamórame y díme que no es cierto lo que digo, que miento, que me engaño cuando grito que las almas no existen, no se pueden tocar, que estamos solos y somos egoístas.
No son otras manos las que busco. No son otros labios, multitud de caras diferentes, lo que necesito. Sólo cadaenas en mis tobillos, en mi corazón, para que mis pies no puedan emprender un nuevo camino, siguiendo senderos extranjeros, lejanos; para que mi alma no pueda escapar.
Abrázame, sujétame. Porque tú eres mi hogar, mi destino, mi pozo. Porque tú eres mi refugio y no quiero volver a la fría noche. No quiero volver afuera, a la nieve, el hielo, la tempestad.
Pero hay algo en el viento que golpea los cristales: me llama, me arrastra.
Mañana ya no estaré aquí.
Abrázame, porque el viento canta fuerte en mis oídos.