El Ángel
Romeo:
... y que vuestros labios
limpien los míos de pecado.
Julieta:
Venga a mis labios el pecado
que los vuestros tenían.
Romeo:
¿Un pecado?¿De mis labios?
Oh, dulce urgencia de
pecado. Dadme el pecado,
dádmelo otra vez.
Romeo y Julieta
William Shakeaspeare
Hoy he tenido al amor entre mis brazos. El amor me ha tenido entre sus grandes, tiernos brazos. Lloraba. Decía que me amaba. Se desesperaba. Ese amor que es como una herida en carne viva.
Hoy el amor me ha buscado como un niño, me ha consolado como un padre. hoy el amor ha andado pacientemente junto a mí, contemplándome: ha gritado mi nombre y luego me lo ha susurrado muy quedo al oído, tembloroso de llanto. Hoy el amor ha sido desesperadamente mío, hoy el amor me ha mirado a los ojos, hoy ha tocado mis labios con besos infantiles.
He espiado mi rostro en el espejo, he repasado mis rasgos uno a uno con uñas afiladas. Los cambios del alma no se notaban. Nadie ha visto algo distinto en mí. Pero hoy el amor me ha encontrado un lugar en la húmeda selva del paraíso, me ha poseído bajo las palmeras, no muy lejos de África. El sur, siempre el sur.
Hoy el amor me ha enseñado su rostro, su amado rostro y era hermoso y triste. Hoy el amor se ha llevado para siempre la paz de mi alma.
Hoy el amor ha sido para mí, sólo para mí, traidor de bellas palabras, mentiroso de dulces intenciones, hipócrita de dulces promesas. Sé que la frialdad de mi corazón calentaría la gelidez de su aliento. Hoy el amor me ha ofrecido el infierno. Hoy ha sido el día en que el amor ha estado a mis pies para ponerme la anilla de la esclavitud, la ajorca de la servidumbre. Hoy he rechazado el amor, ese amor bueno, generoso y profundo. Era mentira; cada no que salía de mis labios era un sí, cada negativa, una aceptación. Sin condiciones.
Hoy he tenido al amor entre mis brazos . Su voz era como el paraíso, lo que decía, quemaba. Cada bella palabra era un eslabón de la larga cadena del odio y la traición.

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